Jeter pretende ser un dueño de cuerpo presente

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(Miaminews24).- Perdido entre las galerías parisinas o en la sombra de su oficina en Nueva York, Jeffrey Loria fue un propietario de intermitente presencia en el sur de la Florida. El hombre que construyó su fortuna en el mercado internacional del arte se ocupaba de los Marlins, pero con una relación semidistante.

“A Jeffrey siempre se le consultó en cada decisión, al menos las fundamentales y nada se aprobaba sin su consentimiento”, opinó una fuente del club. “El seguía a los Marlins, pero ciertamente tenía otras obligaciones, otras fuentes de empleo que le robaban tiempo fuera de la zona”.

La lejanía de Loria se hizo más persistente en esta última temporada, cuando el tema de la venta dominaba la narrativa alrededor del equipo, así como su posible puesto de embajador en Francia.

Loria, sencillamente, desapareció de la escena y dejó que sus lugartenientes se encargaran de lidiar con la prensa y la opinión pública, hasta que el lunes pasado se le vio por última vez en el parque de La Pequeña Habana para firmar el acuerdo oficial de traspaso de la franquicia a manos de Derek Jeter y Bruce Sherman.

Este tema de la presencia física del dueño parece banal, pero cuando se trata de los Marlins las cosas toman otro cariz, de ahí que no por gusto le preguntaron a Jeter si se le vería a menudo en el estadio.

“Sí, voy a estar la mayor parte de los juegos”, comentó el legendario capitán de los Yankees y ahora director ejecutivo de los peces. “Claro que estaré aquí la mayor parte del tiempo, ocupándome de mejorar la franquicia”.

Días antes de la consumación de la compra, se habían esparcido rumores de que Jeter tendería a dirigirlo todo desde su residencia en Tampa y que Sherman, el principal inversionista y dueño mayoritario, haría otro tanto desde Naples.

Puentes con la comunidad

Con su respuesta, Jeter echó por tierra esas especulaciones y durante toda la conferencia de prensa del pasado martes reafirmó en varias ocasiones la necesidad de tender puentes con la comunidad, sus fanáticos, el estrato empresarial y el político.

Loria falló en este aspecto a lo largo de 16 años, aunque tuvo la fortuna de recibir el apoyo de los servidores públicos para construir el estadio, una decisión que todavía es muy cuestionada -y lo seguirá siendo- en Miami.

Jeter, quien posee un carisma innegable y viene acompañado por una aureola de triunfador, necesita echar mano a esos encantos personales para restaurar todo lo dañado en la administración anterior, tomarle el pulso a la ciudad y su gente, y provocar un debate genuino que conquiste corazones y pueble las gradas.

Por supuesto que nada sustituye al impacto del producto en el terreno. Sin un equipo capaz de competir a largo plazo, ningún personalidad podrá hacer el milagro de una buena asistencia, de un verdadero interés. Pero sería un buen comienzo el llevarse bien con los vecinos y el estar visible las más de las veces.

Fuente: Jorge Ebro/ El Nuevo Herald