«¿Deberían los equipos profesionales visitar la Casa Blanca con el país tan dividido?»

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Dicen que la historia se repite y es difícil de debatir eso cuando se observan los eventos que se han desarrollado en este país durante la última semana.

Los Nationals de Washington ganaron la Serie Mundial y están programados para visitar al Presidente Trump el lunes. La primera vez que los Nationals de Washington se vieron con el presidente fue en agosto de 1865- junto a los Atlantics de Brooklyn. En ese entonces se vieron con el Presidente Andrew Johnson en lo que se cree que fue la primera vez que un equipo fue invitado a la Casa Blanca.

Johnson se convirtió en el primer presidente de Estados Unidos en ser sometido a un juicio político, y evitó ser removido por el Senado. Trump, estoy seguro que ustedes saben, tiene dificultades similares en la Cámara de Representantes y un Senado que difícilmente lo removerá.

Todo esto nos lleva a la siguiente pregunta: Cuando todo esto termine, ¿sobrevivirá la tradición de las visitas a la Casa Blanca?

En el curso de 154 años entre la primera visita de los Nationals hasta una que está pendiente, los equipos aceptaban las invitaciones a la Casa Blanca porque tenían respeto por la oficina de la presidencia.

Sí, siempre hemos tenido algunos jugadores que no acuden a la celebración por una variedad de motivos, pero en su mayoría, las razones no opacan a la celebración. Pero esto ya no se siente real. ¿Quién rechaza una invitación de la Casa Blanca? Y más importante aún, ¿por qué se ha convertido en algo tan común?

Desde que el mánager de los Red Sox de Boston, Alex Cora, al elegir no ir a la celebración debido a la forma en la que administración Trump manejó el Huracán María en Puerto Rico hasta la mediocampista de futbol Megan Rapinoe, quien dijo que no iría a la «… Casa Blanca» en protesta. Cada vez parece que si se acepta una invitación del presidente es aceptar al presidente.

Es algo desafortunado pero es algo que se entiende. Históricamente, los deportes han sido uno de esos aspectos de la vida estadounidense en el que los aficionados de diferentes etapas de la vida podrían encontrar algo en común, aunque sea por nueve innings o cuatro cuartos. Pero ahora ni la euforia de ganar un campeonato parece lo suficientemente fuerte para detener el surgimiento de división que sale de los teléfonos inteligentes, televisores y radios.

El relevista de los Nationals, Sean Doolittle, es una persona decente. Ayuda a los veteranos de la militar que han sido dados de baja, ayudó en una cena de Acción de Gracias para refugiados de Siria y escucha a su mamá y su papá cuando le dijo al New York Times: «Cuando era un niño, recuerdo que mis padres me decían: ‘el béisbol de lo que tú haces, pero no es lo que tú eres’. Esto puede ser mi trabajo, pero al final no es lo que soy».

Cuando el Presidente Trump trató de disculpar su infame «agarrar (a la mujer) por el …» como un discurso motivacional de vestidor, Doolittle se dirigió en Twitter y dijo: «como un atleta, he estado en vestidores en toda mi vida adulta y eso no es una charla de vestidor».

Sin embargo, a pesar de este y otros ejemplos humanitarios, el elegir el no visitar la Casa Blanca en protesta a lo que dijo Trump lo va a colocar en una luz negativa para mucha gente. Van a ver sus acciones como alguien que no tiene respeto y no es patriótico. Quizá Trump lo llamará un hijo de p…, de la misma manera en la que se refirió a los jugadores de la NFL que protestaron la corrupción policiaca.

Nuevamente, no es la primera vez que un atleta ha rechazado una invitación como protesta. Pero es la primera vez en la época actual que las líneas están trazadas por el propio presidente, lo que significa un dilema para sus simpatizantes- ¿estás conmigo o con ellos?

En alguna ocasión el mensaje se trataba de respetar a la oficina. Ahora se trata cada vez más sobre la persona en la oficina. Hoy los equipos están rechazando la visita porque no les gusta Trump. Mañana quizá los equipos no acepten porque no les gusta las leyes o le retórica del nuevo hombre en el poder….o mujer.

¿Recuerdan cuando había una vez en la que la Cena de los Corresponsales de la Casa Blanca era el mejor boleto? Tres años de una retórica venenosa y hostil lo han convertido en apenas un recuerdo. Esa es la misma trayectoria que lleva la invitación de los equipos deportivos a la Casa Blanca. Se está convirtiendo en una pesadilla de relaciones públicas para la Casa Blanca y más líos de lo que realmente quieren aquellos atletas que buscan dar a conocer su voz. Y eso que fue antes de la investigación del juicio político.

Hay que aceptarlo. La ausencia de Doolittle por razones políticas es la nueva norma y hay un segmento de la gente que está buscando un escape, y quizá puedan utilizar esta nueva ruta. Esto, tristemente, nos lleva a un camino sin salida.

Fuente:LosAngelesTimes