China reporta la mayor subida de contagios en las últimas cinco semanas

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Un nuevo frente vírico se ha abierto en China. Concretamente al noreste, en la provincia de Heilongjiang, en la frontera con Rusia. Allí el domingo se reportaron 56 nuevos contagios. De los cuales, 49 son importados. Todos ciudadanos chinos que habían dado positivo al ingresar en la provincia desde Rusia. En las últimas semanas, sólo en Heilongjiang se han dado 247 infectados y otro centenar de casos asintomáticos.

Pero las cifras van más allá. En total, la Comisión Nacional de Salud ha dicho esta mañana que hay 108 nuevos contagios en todo el país. Es la cifra más alta en las últimas cinco semanas. Para encontrar un número superior habría que remontarse al 5 de marzo, cuando se detectaron 143 positivos por Covid-19. Si echamos un vistazo al pasado sábado, fueron 99 infectados. Y el viernes, 46. Unos datos que preocupan a Pekín, que no dejan de tomar precauciones ante el temor a una segunda ola de contagios.

Las restricciones de movimiento se están endureciendo en la capital de Heilongjiang, Harbin. También en la ciudad de Suifenhe, fronteriza con Rusia, cerrada desde el pasado miércoles. La ruta terrestre a través de esta urbe de 70.000 habitantes se había convertido en una de las pocas opciones para los ciudadanos que intentaban regresar a China después de que Rusia cancelara los vuelos al gigante asiático. Ahora, todo el que llega debe pasar una cuarentena de 28 días. Unas medidas que recuerdan al cerrojo de Wuhan el 23 de enero. Ahora que el epicentro de esta pandemia ha vuelto a abrir sus puertas, el nuevo foco vírico está puesto en el norte.

En total, China ya suma 82.160 infectados y 3.341 muertos. Desde principios de marzo no se registran subidas considerables de contagios locales. Por ello se abrió la provincia de Hubei y su capital, Wuhan, la zona cero del coronavirus. Pero los casos importados no han cesado en este tiempo.

El 27 de marzo, el Partido Comunista decidió cerrar las fronteras del país. El Ministerio de Asuntos Exteriores comunicó que se prohibía la entrada de los extranjeros, incluidos aquellos que tengan visado o permiso de residencia. Una medida sin precedentes para blindarse de los casos importados de otros países.

“Una sola chispa puede iniciar un incendio en la pradera”, rezaba un editorial del diario China Daily. La pradera es un país que desde la visita del presidente Xi Jinping a Wuhan (el 10 de marzo), proclama haber ganado la batalla contra el Covid-19. En cuanto a la chispa, se refiere a los más de 1.300 casos importados. Aunque, según las declaraciones del viceministro de Relaciones Exteriores, Luo Zhaohui, el 90% de estos corresponden a ciudadanos chinos que retornan ante la expansión del coronavirus en los países donde residen.

El Gobierno de China está incrementando los controles de movimientos para frenar la segunda ola de coronavirus. Ahora que han reactivado su locomotora económica, no quieren volver al punto de partida. El lugar con más restricciones es la capital, Pekín. Por ejemplo, desde que el pasado miércoles se permitió a los ciudadanos de Wuhan salir de la ciudad, en Pekín obligan a mostrar los resultados del test de coronavirus. No se pueden comprar billetes de tren en la página web habitual. Hay que esperar a que, mediante una aplicación del móvil, las autoridades locales den el visto bueno a la partida de cada viajero. Y hay un límite de sólo 1.000 personas al día que pueden regresar. Al llegar, espera otro test en el hospital y 14 días de cuarentena en casa.

Esta nueva situación de alarma, sobre todo por los casos importados, ha dejado varios episodios de xenofobia en el gigante asiático. A pesar de que los nuevos positivos que se detectan son todos de ciudadanos chinos. Hace un par de días, desde la ciudad de Guangzhou llegaron noticias sobre cómo muchos africanos estaban siendo desalojados de sus casas por los propietarios. Tampoco les daban alojamiento en los hoteles. Muchos quedaron varados en las calles.

Fuente:elmundo.es