Una noche que quedará grabada en la historia del béisbol, llena de momentos memorables para los cañoneros y que, sin duda, nunca habíamos presenciado antes. El Truist Park, hogar de los Bravos, se convirtió por una noche en el icónico Atlanta-Fulton County Stadium, en un emotivo y tecnológico homenaje al legendario Henry Aaron, quien dejó una huella imborrable en el deporte. Pero esa misma noche, el estadio fue testigo de un espectáculo épico: un Juego de Estrellas que rompió con todas las reglas, decidiéndose por primera vez en la historia mediante un desempate con ronda de jonrones, elevando la emoción a niveles insospechados. Sin duda, una noche para recordar en el béisbol mundial.
- La Liga Nacional conquistó la victoria en el 95º Clásico de Media Temporada al superar a la Liga Americana por 4-3 en cuadrangulares, tras igualar 6-6 en tiempo reglamentario. La noche estuvo marcada por la actuación estelar de Kyle Schwarber, de los Filis, quien se voló la barda en cada uno de sus tres turnos al bate, desatando la euforia en el equipo de la Liga Nacional. Por su parte, el mexicano Jonathan Aranda, de los Rays, no pudo repetir la hazaña en su última oportunidad, lo que permitió a los jugadores del Viejo Circuito celebrar con entusiasmo.
- Este enfrentamiento quedó oficialmente registrado como una victoria de la Liga Nacional por 7-6, en un duelo que además fue el segundo triunfo de la Liga Nacional en los últimos 12 Clásicos de Media Temporada. La actuación decisiva de Schwarber en el ‘swing-off’ le valió ser nombrado Jugador Más Valioso del Juego de Estrellas Ted Williams, presentado por Chevrolet.
- “Fue increíble”, comentó Schwarber sobre la experiencia. “Los muchachos estaban muy metidos en el momento. Gritaban, animaban en cada swing. Cuando el último se fue, todos estaban emocionados. Fue muy divertido”.
- Este formato de desempate, implementado como parte del actual acuerdo colectivo, nunca antes había sido necesario… hasta esta noche, cuando la Liga Americana logró remontar una desventaja de 6-0 en la parte alta del noveno inning para empatar el duelo. Los managers Aaron Boone, de la Americana, y Dave Roberts, de la Nacional, eligieron a tres jugadores cada uno para realizar tres swings, y la mayor cantidad de jonrones en esa ronda decidió al ganador, haciendo de esta noche una de las más emocionantes en la historia del All-Star.
Así se desarrolló el swing-off:
L.N. (4 jonrones): Kyle Stowers (Marlins), 1; Schwarber (Filis), 3; Pete Alonso (Mets), N/A*
L.A. (3 jonrones): Brent Rooker (Atléticos), 2; Randy Arozarena (Marineros), 1; Aranda (Rays), 0
Alonso, quien decidió no participar en el Festival de Jonrones en busca de su tercera corona, sí se apuntó para el Derby decisivo del juego, pero no necesitó batear ya que la Nacional aseguró la victoria antes de su turno.**
El 15 de julio quedó marcado en la memoria del béisbol con un homenaje emotivo al histórico jonrón 715 de Hank Aaron, el cual le permitió superar la marca de Babe Ruth. La ceremonia en el estadio fue verdaderamente memorable: una impresionante proyección de la figura de Aaron, acompañada por la presencia del lanzador Al Downing y otros protagonistas en el campo, creó un ambiente lleno de nostalgia y admiración. Para cerrar con broche de oro, una explosión pirotécnica simuló el vuelo del legendario bambinazo, evocando uno de los momentos más célebres en la historia de las Grandes Ligas. Y en ese instante, resonó nuevamente la icónica narración del fallecido Vin Scully, transportando a todos los presentes a aquella noche inolvidable, reafirmando la grandeza de Aaron y su legado en el béisbol mundial.
“¡Esa pelota se va… y no vuelve más!”.
Y sí, muchas pelotas se fueron.
Como el bambinazo de tres carreras de Alonso que abrió el marcador para la Nacional en el sexto episodio.
Y el tablazo en solitario de Corbin Carroll, de los Diamondbacks, más adelante en ese mismo episodio, que puso el 6-0.