El veredicto evidencia que, pese a las adversidades y peligros, es factible responsabilizar a los culpables de agresiones. FOTO El Nuevo Herald
En un caso que ha captado la atención del público, la empresaria venezolana Mireya Cambero ha obtenido una victoria legal monumental en el condado de Miami-Dade, al ganar una demanda por violencia doméstica y fraude contra su exesposo, José Fernando de Matos Rebolledo. La sentencia, que le otorga una compensación de 14.5 millones de dólares, representa el cierre de un largo y doloroso capítulo de diez años, durante el cual la empresaria enfrentó un calvario de abuso y dificultades financieras.
Cambero y De Matos eran figuras prominentes en el sector de los negocios en Venezuela, donde eran copropietarios de una de las importadoras de carne más grandes del país. A pesar de su éxito profesional, la relación estaba marcada por un patrón de violencia, que continuó incluso después de que la pareja se mudara a Miami en 2009. El punto de quiebre definitivo ocurrió en 2011, cuando un violento episodio de agresión doméstica llevó a Cambero a tomar una valiente decisión: llamar al 911. De Matos fue arrestado y pasó 21 días en prisión, un breve respiro antes de ser liberado, lo que no detuvo sus amenazas.
A pesar de los riesgos y la difícil situación económica en la que se encontraba, Mireya Cambero decidió no ceder ante el miedo y presentó una demanda civil. Su exesposo, en un intento por evadir la justicia y despojarla de sus bienes, recurrió a maniobras fraudulentas, lo que la obligó a trabajar limpiando casas para poder sobrevivir mientras el caso avanzaba. Su tenacidad y determinación la mantuvieron firme durante una década de proceso judicial.
En julio de este año, su perseverancia dio frutos. Un jurado de Miami-Dade falló a su favor, declarando a De Matos culpable de los cargos de violencia doméstica y ocultación fraudulenta de bienes. La compensación de 14.5 millones de dólares no solo es un resarcimiento económico, sino también un poderoso mensaje de justicia para todas las víctimas de violencia. Este veredicto demuestra que, a pesar de los desafíos y las amenazas, es posible responsabilizar a los agresores y recuperar la dignidad y la estabilidad. La historia de Mireya Cambero se ha convertido en un símbolo de empoderamiento y resiliencia, inspirando a otras personas en situaciones similares a buscar apoyo y luchar por sus derechos.