BRICS: Bienvenidos al nuevo orden mundial

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Durante décadas, el mundo giró en torno a Washington, Bruselas y Tokio. Pero, algo está cambiando. En silencio, sin cumbres mediáticas ni discursos triunfalistas, un nuevo bloque de países está reescribiendo las reglas del juego global. Se llaman BRICS, y ya no quieren jugar en el tablero ajeno: quieren construir el suyo.

Por Vanessa Rodriguez / MiamiNews24

Argentina, Irán, Egipto, Etiopía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos fueron recibidos en este bloque que ya no se conforma con ser un acrónimo económico. Hoy, es una declaración política.

Nacidos en 2006 como una alianza informal entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los BRICS fueron durante años una sigla útil para describir economías emergentes. Hoy, con más de 3.500 millones de habitantes bajo su paraguas y una participación creciente en el comercio global, el bloque se ha convertido en una arquitectura alternativa al orden liberal dominado por Washington y Bruselas.

La expansión que han tenido en 2025 no es solo geográfica, sino también simbólica. Con Irán y Arabia Saudita en la misma mesa, el bloque demuestra que puede contener contradicciones internas si el objetivo común es claro: desdolarizar, descentralizar y desafiar.

¿Qué quieren los BRICS?

Quieren una moneda común para el comercio internacional. Quieren un banco de desarrollo que no imponga reformas estructurales. Quieren decidir sin pedir permiso. Y quieren que el Sur Global deje de ser espectador.

Lula da Silva lo dijo sin rodeos: “No queremos obedecer, queremos decidir”; Xi Jinping lo respalda con inversiones; Putin, con retórica de resistencia; India, con cautela estratégica; y, Sudáfrica, con diplomacia inclusiva. El bloque aunque no es homogéneo, sí es coherente en su ambición: reconfigurar el sistema internacional.

A su vez, Estados Unidos observa con una mezcla de escepticismo y alarma. La Casa Blanca ha evitado declaraciones frontales, pero el Departamento del Tesoro ya monitorea los movimientos del Nuevo Banco de Desarrollo. Europa, por su parte, teme perder influencia en África y América Latina, donde los BRICS están ganando terreno con acuerdos bilaterales, infraestructura y préstamos sin condiciones políticas. El G7, que durante décadas dictó las reglas, ahora enfrenta un contrapeso que no busca imitarlo, sino superarlo.

Sin embargo, para países como Argentina, la entrada a los BRICS es una bocanada de aire en medio de la asfixia financiera. El bloque ofrece acceso a fondos, comercio en monedas locales y una narrativa donde el Sur no es problema, sino solución. Pero también plantea preguntas: ¿Puede un país como Argentina equilibrar su relación con EE.UU. y China? ¿Es esta una salida o una nueva dependencia?

El impacto cotidiano

Más allá de las cumbres, el nuevo tablero afecta la vida diaria.

  • El precio del petróleo se negocia en yuanes.
  • Las reservas de oro crecen en bancos no occidentales.
  • Las apps de pago cruzan fronteras sin pasar por Visa o Mastercard.
  • Y los acuerdos comerciales ya no se firman solo en inglés.

El mundo multipolar no es una teoría. Es una práctica que se acelera. Lo que nos hace reflexionar que Los BRICS ya no son una nota al pie. Son el nuevo capítulo. Y mientras Occidente debate cómo preservar su influencia, el Sur Global escribe su propia historia. La pregunta no es si el orden mundial está cambiando. La pregunta es: ¿quién lo está cambiando… y quién se está quedando atrás?.

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