Morena Verri, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez salieron el viernes por la noche rumbo a un evento para el que habían sido invitadas. Subieron a una camioneta blanca sin saber que, horas antes, alguien había cavado una fosa en un jardín con la intención de ocultar sus cuerpos. Cuatro días después, las tres jóvenes fueron encontradas sin vida en una vivienda de Florencio Varela, al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Morena y Brenda, ambas de 20 años, y Lara, de 15, estaban desaparecidas desde el sábado por la noche. Sus familiares habían presentado la denuncia ante la policía, lo que activó un operativo de búsqueda que incluyó el rastreo de teléfonos, análisis de cámaras de seguridad y la identificación de la camioneta con patente adulterada.
El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, confirmó que el crimen fue perpetrado por una organización transnacional de narcotráfico. Cuatro personas fueron detenidas por homicidio agravado, aunque la investigación sigue abierta y se busca a más involucrados.
Una fosa, rastros de cloro y una transmisión en vivo
La reconstrucción del caso reveló que las jóvenes fueron vistas por última vez en La Matanza, donde abordaron la camioneta. El vehículo fue hallado incinerado a pocos metros del lugar del crimen. En la vivienda, dos personas dijeron haber sido contratadas para limpiar, pero el olor a cloro y las manchas de sangre alertaron a los agentes.
Con la intervención de la Fiscalía y el uso de perros rastreadores, se detectó tierra removida en el jardín. Allí, en la madrugada del miércoles, se encontraron los cuerpos con signos de tortura.
Según Alonso, el asesinato habría sido transmitido en vivo a través de un grupo cerrado en Instagram. Unas 45 personas habrían presenciado la sesión de tortura como parte de un mensaje interno de “disciplinamiento” dentro de la banda narco. “Esto es lo que le pasa al que me roba droga”, fue una de las frases escuchadas en la transmisión.
Vínculos con el narcotráfico y una venganza en curso
La principal hipótesis es que las jóvenes habrían conocido a miembros de la organización en el barrio de Flores, en la Ciudad de Buenos Aires. Por razones que aún se investigan, el vínculo derivó en una represalia violenta.
La causa fue remitida a la Fiscalía de Homicidios del Departamento Judicial de La Matanza y permanece bajo secreto de sumario. El fiscal Gastón Dupláa confirmó que se están analizando nuevas pruebas y que se espera identificar a más responsables.
El caso conmociona a la sociedad argentina y reabre el debate sobre el accionar de las redes criminales, el uso de plataformas digitales para difundir violencia y la vulnerabilidad de las jóvenes frente a estructuras delictivas.