Caídas mortales, por qué los adultos mayores son los mas afectados

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Durante años, Earl Vickers, de 69 años, vivió con miedo de salir a pasear a su perra Molly. Cada encuentro con otro perro podía terminar en el suelo. Se cayó tantas veces que llegó a fracturarse la mano y golpearse la cabeza. En 2022, decidió suspender el medicamento que tomaba para el cáncer de próstata: enzalutamida. Desde entonces, no volvió a caer.

Su caso no es aislado. En 2023, más de 41.000 adultos mayores murieron por caídas en EE.UU., según los CDC. Y lo más alarmante: la tasa de mortalidad por caídas se ha triplicado en los últimos 30 años. En mayores de 85 años, pasó de 92 a 339 muertes por cada 100.000 personas.

El epidemiólogo Thomas Farley apunta a los medicamentos recetados como principal causa. Benzodiazepinas, opioides, antidepresivos, gabapentina y otros fármacos que afectan el sistema nervioso central aumentan el riesgo de caídas. Se les conoce como FRIDs: medicamentos que incrementan el riesgo de caídas.

Aunque expertos como Thomas Gill y Neil Alexander reconocen el impacto de estos fármacos, también señalan otros factores: envejecimiento, fragilidad, cambios en los certificados de defunción y una medicina que prolonga la vida, pero no siempre la calidad.

¿Qué se está haciendo?

Desde 2011, se han actualizado guías, lanzado programas como STEADI y promovido ejercicios y fisioterapia. Pero los resultados han sido limitados. Por eso, surge una nueva estrategia: la desprescripción. Suspender o reducir medicamentos cuyos riesgos superan sus beneficios.

Michael Steinman, geriatra y codirector de US Deprescribing Research Network, advierte que muchos de estos fármacos pueden aumentar las caídas en un 50 a 75%. “Es fácil empezar con los medicamentos, pero difícil dejarlos”, dice.

Los Beers Criteria, un directorio de medicamentos poco recomendables para adultos mayores, propone alternativas no farmacológicas: terapia cognitivo-conductual para el insomnio, ejercicio para el dolor, intervenciones psicológicas.

Steinman recomienda que los adultos mayores y sus cuidadores pregunten directamente: “¿Alguno de mis medicamentos aumenta el riesgo de caídas? ¿Existe un tratamiento alternativo?”

Porque estar informado puede marcar la diferencia entre una vida activa y una caída que lo cambie todo.

Con información de El Nuevo Herald