El Premio Nobel de Química 2025 fue otorgado este miércoles a tres investigadores —el japonés Susumu Kitagawa, el británico Richard Robson y el jordano Omar Yaghi— por el desarrollo de estructuras metalorgánicas, una forma de arquitectura molecular capaz de almacenar grandes volúmenes de gas en espacios diminutos. El Comité Nobel comparó su funcionamiento con el bolso de Hermione Granger, personaje de la saga Harry Potter: pequeño por fuera, inmenso por dentro.
Durante la ceremonia en Estocolmo, Heiner Linke, presidente del Comité Nobel de Química, explicó que estos materiales contienen cavidades internas que permiten la entrada y salida de moléculas como si fueran habitaciones de hotel. “Las estructuras metalorgánicas tienen un potencial enorme y brindan oportunidades nunca antes previstas para materiales hechos a medida con nuevas funciones”, afirmó.
Entre sus aplicaciones destacan la captura de dióxido de carbono, la extracción de agua del aire en zonas desérticas, el almacenamiento de gases tóxicos y la catalización de reacciones químicas.
Una revolución molecular con aplicaciones reales
El origen de estos materiales se remonta a 1974, cuando Robson, profesor en la Universidad de Melbourne, comenzó a experimentar con modelos moleculares hechos con bolas de madera. Al perforarlas, descubrió que la posición de los agujeros influía en la estructura química. En los años 80, logró demostrar que ciertas moléculas podían organizarse en patrones regulares, similares al diamante, pero con cavidades internas.
Kitagawa, profesor en la Universidad de Kioto, retomó sus hallazgos y comenzó a explorar la porosidad molecular. Aunque inicialmente su trabajo fue recibido con escepticismo, en 1997 logró desarrollar una molécula capaz de absorber y liberar gases como metano, nitrógeno y oxígeno.
Yaghi, quien emigró a Estados Unidos desde Jordania a los 15 años, llevó la investigación un paso más allá desde la Universidad Estatal de Arizona. Allí creó MOF-5, una estructura metalorgánica que se convirtió en referencia en el campo. Incluso vacía, puede resistir temperaturas de hasta 300 grados Celsius sin colapsar. “Un par de gramos de MOF-5 cubren un área tan grande como un campo de fútbol”, destacó el comité.
Gracias a estas propiedades, el equipo de Yaghi logró extraer agua del aire del desierto de Arizona: durante la noche, el material capturaba vapor, y al calentarse al sol, liberaba el líquido.
El comité subrayó que los descubrimientos de Kitagawa, Robson y Yaghi podrían contribuir a enfrentar desafíos globales como el cambio climático, la contaminación del agua y la presencia de residuos farmacéuticos en el ambiente.
El galardón incluye una dotación de 11 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de dólares).