“Pide picadillo porque yo soy un hombre pobre”, dijo una pareja en un restaurante de Miami. Hoy, ese picadillo cuesta hasta $18. Atrás quedaron los días en que el arroz con picadillo a la habanera era un plato barato en el sur de la Florida. Hoy, el precio de los comestibles se ha convertido en tema obligado en la sobremesa, en la fila del supermercado y en las decisiones familiares más íntimas.
Un paquete de carne de segunda —la falda de res que los cubanos solían comprar sin pensarlo— puede costar hasta $56 en supermercados de Miami o Hialeah. El café, parte del ADN cultural de la ciudad, supera los $12 por paquete. Y aunque el salario mínimo en Florida subió en septiembre a $14 por hora, sigue siendo insuficiente frente al costo de vida. Según United Way, el ingreso por hora necesario para vivir con estabilidad en el estado es de casi $17.
Comer cuesta más donde se gana menos
Hialeah es hoy la sexta ciudad más cara de Estados Unidos para comprar alimentos en relación con el ingreso promedio de sus residentes, que es de $53,079 al año. Allí, el gasto en comestibles representa el 3% del ingreso familiar, muy por encima de ciudades como Fresno, California (0.96%). “En las ciudades donde la gente gasta más dinero en comestibles, los residentes a menudo tienen bajos ingresos además de enfrentar precios altos en productos comunes”, explicó Chip Lupo, analista de WalletHub.
Durante años, los residentes de Hialeah confiaron en las bodeguitas —pequeños negocios familiares— por su cercanía, aunque sus precios fueran más altos. Para ahorrar, acudían a grandes cadenas de supermercados que compran al por mayor. Pero hoy, esos ahorros también se han evaporado.
Inflación, aranceles y deuda: el cóctel perfecto
La inflación de alimentos en EE. UU. se situó en 3.2% en los últimos 12 meses, según el Departamento del Trabajo. A esto se suma el impacto de los aranceles impulsados por la administración Trump, que podrían representar un gasto extra de $2,400 anuales por familia, según la Universidad de Yale.
El alquiler promedio de un apartamento en Hialeah es de $2,397 al mes —$447 más que el promedio nacional— aunque ha bajado un 10% respecto al año anterior. Pero el alivio es relativo: la ciudad ocupa el cuarto lugar nacional en aumento de deuda automotriz, con un promedio de $14,000 por familia.
SNAP, café y remesas: el peso invisible
La nutrición de las familias de bajos ingresos y jubilados se ve aún más comprometida por los recortes al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), del que depende casi una cuarta parte de los hogares en el condado Miami-Dade. La ley “One Big Beautiful Bill” contempla recortes de $287,000 millones en los próximos 10 años, además de nuevos requisitos laborales para acceder a los beneficios.
El café, símbolo cultural y emocional para muchas familias de Hialeah, también se ha convertido en un lujo. No solo por su precio local, sino porque muchos residentes lo envían a sus familiares en Cuba, donde escasea o se vende en dólares a precios inalcanzables.
Miami ocupa el puesto número 12 en gasto de comestibles en relación con el ingreso, con un 2.68%. Está por encima de Jacksonville (2.26%), Orlando (2.20%) y Tampa (2.15%), donde la comida es más accesible. Pero el patrón se repite: donde se gana menos, comer cuesta más.

