Tras más de 700 días en cautiverio bajo Hamás, los últimos rehenes israelíes con vida fueron liberados esta semana como parte de una tregua que incluyó el intercambio por más de 1.900 prisioneros palestinos. Débiles, demacrados y emocionalmente fracturados, los 20 hombres —de entre 21 y 48 años— comienzan ahora un proceso médico y psicológico sin precedentes.
En el Centro Médico Rabin, al este de Tel Aviv, Evyatar David corre a abrazar a sus hermanos Ilay y Yeela. “Estoy tan feliz de tenerte en mis brazos”, dice ella. “He esperado tanto por esto”, responde él. La escena se repite en hospitales como Ichilov y Sheba, donde se habilitaron unidades especializadas para recibir a los exrehenes.
Tras su traslado por la Cruz Roja Internacional a una base militar en el sur de Israel, los liberados fueron sometidos a exámenes médicos preliminares y luego derivados a centros hospitalarios, donde se diseñan planes de tratamiento individualizados.
Medicina para rehenes: una disciplina que nace del trauma
“La prioridad es la estabilización”, explica el Dr. Hagai Levine, jefe del equipo de salud del Foro de Familias de Desaparecidos. El abordaje incluye médicos de trauma, psiquiatras, nutricionistas, trabajadores sociales y especialistas en infecciones, neurología y ortopedia.
Los efectos del cautiverio son múltiples: inanición prolongada, deshidratación, daño renal, anemia, deterioro muscular por grilletes, y riesgo de síndrome de realimentación —una condición potencialmente fatal si se reintroduce comida demasiado rápido.
Pero el daño no es solo físico. La pérdida de autonomía durante dos años exige una recuperación emocional cuidadosa. Las directrices del Ministerio de Salud indican que todo profesional debe pedir permiso antes de cualquier acción, incluso apagar la luz o cambiar las sábanas. “Es parte de restaurar el sentido de control”, señala Levine.
El regreso: entre el alivio y la rabia
Arbel Yehud, liberada en enero tras 500 días de cautiverio, se reencontró esta semana con su pareja Ariel. En conferencia de prensa, expresó su frustración: “Pudimos haberlos traído de regreso hace mucho tiempo”. No es la única. Varios exrehenes acusan al gobierno israelí de haber retrasado negociaciones clave, lo que habría prolongado su sufrimiento.
Críticos del primer ministro Benjamin Netanyahu sostienen que la tregua de enero pudo haber sido el inicio del fin de la guerra, pero se rompió en marzo con la reanudación de los ataques en Gaza. El sentimiento de abandono y la culpa del sobreviviente son comunes entre los liberados.
Una medicina que aprende sobre la marcha
Avi Ohry, exrehén durante la guerra de Yom Kippur, dedicó su vida a la rehabilitación médica. Hoy, observa cómo el sistema israelí adapta sus protocolos con cada nueva liberación. “Décadas después, pueden aparecer complicaciones físicas y mentales: diabetes, enfermedades cardíacas, depresión, estrés postraumático. Necesitamos seguimiento de por vida”, advierte.
Con esas lecciones, el Centro Médico Rabin inauguró la “Unidad de Retorno de Rehenes”, con atención prolongada y espacios para que las familias acompañen el proceso. “La experiencia en Israel ha creado una nueva disciplina: la medicina para rehenes”, afirma Levine. “Nunca antes se había tratado a un grupo tan diverso: bebés, niños, adultos mayores. Es una situación sin precedentes”.
Aunque los avances son notables, Ohry insiste en que aún falta: “Las personas están dispersas por todo el país. Tenemos que asegurarnos de que las autoridades los cuiden de por vida”.
Con información de France24