Para Ashley Sukru, descubrir su primera cana a los 14 años fue una experiencia desconcertante. “Me sentía diferente, insegura… como si algo estuviera mal conmigo”, confiesa. Pero los especialistas aseguran que, aunque poco común, no es un signo alarmante, y que los factores genéticos tienen un papel decisivo en esta manifestación capilar temprana.
Según dermatólogos y tricólogos, la aparición prematura de canas —también conocida como canicie precoz— se ha vuelto cada vez más frecuente entre los jóvenes. “Recibimos cada año más consultas de pacientes entre 20 y 30 años preocupados por la pérdida de pigmento en el cabello”, explica la doctora María Hernández, especialista en salud capilar.
La causa principal sigue siendo la herencia genética, pero los expertos advierten que otros factores pueden acelerar el proceso: el estrés crónico, la falta de sueño, el déficit de vitaminas B12 y D, y una dieta pobre en antioxidantes. Estas condiciones pueden afectar la producción de melanina, el pigmento responsable del color del cabello.
“Cuando el cuerpo está sometido a un alto nivel de estrés o carencias nutricionales, las células que producen melanina pueden dejar de funcionar correctamente”, detalla Hernández. “Por eso, un estilo de vida equilibrado y una alimentación saludable son fundamentales para mantener la salud del cabello”.
Aunque la ciencia aún busca tratamientos efectivos para revertir la canicie, los especialistas insisten en no estigmatizar las canas ni verlas como una señal de envejecimiento prematuro.
La historia de Ashley refleja una tendencia que crece entre adolescentes y adultos jóvenes: aceptar los cambios naturales del cuerpo, cuidarse y, sobre todo, entender que cada cabello blanco también cuenta una historia.
¿Y tú, recuerdas cuándo apareció tu primera cana?