El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, concluyó este jueves su visita de tres días a Israel con un mensaje claro: la política del Gobierno de Donald Trump, que impulsa el llamado “plan de paz”, no contempla la anexión de Cisjordania ocupada por parte del Estado israelí. La declaración se produce en medio de crecientes tensiones diplomáticas, tras la aprobación preliminar en la Knéset de un proyecto para aplicar la soberanía israelí sobre los asentamientos en ese territorio.
Vance calificó la iniciativa parlamentaria como “muy estúpida” y advirtió que podría poner en riesgo la frágil primera fase del plan de paz en Gaza. Su postura se alinea con la del secretario de Estado, Marco Rubio, quien también expresó preocupación por el impacto que tendría la anexión en los esfuerzos de desescalada regional.
Mientras tanto, el Gobierno de Benjamin Netanyahu rechazó el pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que cuestionó la falta de pruebas presentadas por Israel tras acusar a miembros de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) de pertenecer a Hamás. La CIJ también remarcó que Israel “no puede usar el hambre como arma de guerra”, en referencia a las denuncias sobre la lentitud en la entrada de ayuda humanitaria a Gaza.
Durante su visita, Vance se reunió con Netanyahu y reiteró el compromiso de Washington con la seguridad de Israel, aunque evitó dar detalles sobre cómo se lograría el desarme de Hamás. “Seguiremos trabajando en eso”, dijo el vicepresidente, en un contexto marcado por la fragilidad del alto el fuego y el aumento de visitas de funcionarios estadounidenses para supervisar su cumplimiento.
La visita de Vance se produce en un momento clave, con el Parlamento israelí avanzando en un proyecto que busca declarar como “parte inseparable del Estado soberano de Israel” las zonas de asentamiento en Judea y Samaria, nombre que Israel utiliza para referirse a Cisjordania. El proyecto aún debe pasar por tres votaciones adicionales para convertirse en ley.

