La nueva película de Lynne Ramsay, Mátate, amor, basada en la novela homónima de Ariana Harwicz, se estrena como una de las apuestas más audaces del cine contemporáneo. Protagonizada por Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, el filme explora los límites de la realidad, la maternidad y el deseo en un entorno rural que se convierte en escenario de una lenta implosión emocional.
La historia sigue a Grace y Jackson, una joven pareja que se muda a una casa en el bosque con su bebé recién nacido. Lo que comienza como una búsqueda de aislamiento creativo pronto se transforma en una experiencia claustrofóbica, marcada por la depresión posparto de Grace y su progresiva desconexión con el mundo. La película no plantea si Grace enloquece, sino si su percepción alterada es, en realidad, una forma de lucidez.
Un papel definitorio para Lawrence
Jennifer Lawrence interpreta a Grace en una actuación que muchos críticos ya consideran definitoria. La actriz, que venía explorando nuevos registros con títulos como Causeway y Hazme el favor, se entrega por completo a un personaje complejo, físico y emocionalmente exigente. Lawrence comenzó el rodaje embarazada de cuatro meses y medio, lo que añade una capa de intensidad a su interpretación.
Grace es una figura contradictoria: maternal y salvaje, tierna y violenta. En pantalla, arranca papel tapiz, se sienta en el refrigerador, grita, acecha como un animal y juega con su bebé. La película evita los clichés de la “mujer que se desmorona” y presenta a Grace como una fuerza elemental, moldeada por tierra y fuego.
Robert Pattinson, en el papel de Jackson, ofrece un contrapunto sobrio y contenido. Su química con Lawrence es palpable, y juntos construyen una relación que oscila entre el amor profundo y la incomprensión total. Ambos interpretan a artistas que buscan crear en el aislamiento, pero terminan enfrentando sus propios abismos.
Una atmósfera onírica y perturbadora
La dirección de Ramsay convierte la casa en el bosque en un espacio ambiguo, donde el tiempo se distorsiona y la realidad se vuelve porosa. La película juega con la cronología y la ambientación: no siempre es claro qué año transcurre, y la estética evoca otras épocas, con referencias visuales a Catherine Deneuve en Repulsión y Brigitte Bardot.
La presencia de personajes secundarios como Pam (Sissy Spacek), madre de Jackson, y Harry (Nick Nolte), su difunto padre, añade capas a la narrativa. Pam, también afectada por la pérdida, se convierte en un espejo de la fragilidad mental de Grace, y ambas deambulan por la noche como figuras espectrales.
LaKeith Stanfield aparece como un motociclista enigmático que atraviesa la historia como una figura ambigua, quizás real, quizás imaginada. Su presencia refuerza la idea de que la locura no solo habita en Grace, sino en el entorno mismo.
Un proyecto impulsado por Scorsese
Aunque el equipo creativo está compuesto mayoritariamente por mujeres, el origen del proyecto se remonta a Martin Scorsese, quien descubrió la novela en su club de lectura en 2020. El director la envió a la productora de Lawrence y Justine Ciarrocchi, sugiriendo que Lawrence debía interpretar a Grace. La adaptación fue escrita por Ramsay junto a Enda Walsh y Alice Birch.
Mátate, amor es una película que polariza. Su narrativa fragmentada, su intensidad emocional y su estética inquietante la convierten en una experiencia cinematográfica difícil de clasificar. Para algunos será exasperante; para otros, una obra maestra. Pero lo que nadie podrá negar es que Lawrence se arriesga y triunfa en un papel que exige entrega total.
Con información de NewYorkTime

