Durante la juventud, tendemos a no prestar mucha atención a la salud de nuestra piel, el órgano más grande de nuestro cuerpo. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y en la actualidad, comenzamos a notar en nuestro rostro, incluso antes de que sean evidentes, los primeros signos del envejecimiento. La frente puede ensancharse a medida que la línea del cabello se recede, las orejas parecen alargarse debido al crecimiento del cartílago, y la punta de la nariz puede caer por la pérdida de firmeza en el tejido que sostiene el cartílago nasal.
Para abordar estas y otras inquietudes, es fundamental considerar una dieta equilibrada, dormir lo suficiente, gestionar adecuadamente el estrés y cuidar la piel. Este último aspecto comienza desde la juventud como parte del cuidado personal y evoluciona con el tiempo; puede comenzar con lo más sencillo (como una crema hidratante o protector solar) y llegar a convertirse en un régimen más elaborado y potencialmente costoso.
Cuando somos jóvenes, la grasa en la cara se distribuye de manera uniforme, proporcionando un efecto de relleno en la frente, las sienes, las mejillas y alrededor de los ojos y la boca. Con el paso de los años, perdemos ese volumen, lo que puede dar la impresión de que algunas áreas se aflojan mientras que otras se hunden. La grasa tiende a descender hacia la papada y el cuello, lo que provoca la aparición de arrugas.
En este punto, es probable que haya sentido el impulso de mirarse en un espejo. Aunque es importante celebrar la edad y los cambios que conlleva, los cuales son inevitables, no debemos dejar que nuestra piel se resienta. Tampoco es necesario que esta cuestión se convierta en una fuente de ansiedad ni que nos anticipemos a usar productos o tratamientos innecesarios, explica la dermatóloga Blanca Almeida Jurado. Primero, es esencial comprender qué es lo que realmente necesitamos.
“El cuidado de la piel relacionado con la estética está siendo adoptado cada vez más temprano, dado que los niños y jóvenes utilizan las redes sociales y desean comenzar a cuidarse a una edad muy temprana, cuando su piel aún no está preparada. Por eso sería aconsejable esperar hasta la pubertad, momento en el cual las glándulas sebáceas comienzan a activarse”.
Existen algunos pasos que no son útiles, como el uso de astringentes o cremas con ingredientes activos que no ofrecerán resultados a menos que se apliquen en un tratamiento profesional.
Una rutina básica para el cuidado de la piel
¿Qué pueden hacer los adolescentes o adultos para cuidar su piel de manera adecuada? La doctora nos sugiere:
Desmaquillarse o eliminar el protector solar utilizando un limpiador micelar.
Lavarse la cara con un jabón neutro o productos sin jabón, según el estado de la piel, ya sea sana o con condiciones como acné, rosácea o alergias.
Es esencial utilizar un hidratante.
Durante el día, es fundamental aplicar un protector solar apropiado.
Parece bastante simple. Sin embargo, la variedad de productos disponibles en el mercado del cuidado de la piel puede ser abrumadora y dejarnos confundidos acerca de por dónde comenzar. La guía anterior nos da una orientación. ¿Cuáles son los productos que no generan beneficios? «Hay algunos pasos que no nos ayudan, como los astringentes o las cremas con estimulantes que realmente no funcionan si no se aplican en un tratamiento en cabina dermatológica«.
En lo que respecta a otros métodos no quirúrgicos, las inyecciones de toxina botulínica, los rellenos dérmicos y el uso del láser deben realizarse bajo recomendación médica, y pueden aplicarse de manera conjunta para lograr mejores resultados, de acuerdo con el objetivo que debe ser práctico. Envejecer con elegancia no significa mantener la juventud de forma eterna. «Y debemos recordar que la belleza de la piel está muy relacionada con nuestra salud en general«.
El cuidado de la piel, una inversión necesaria, pero no exorbitante
En Ecuador, muchas personas ya incorporan el cuidado facial en su rutina diaria, aunque no todos saben cómo comenzar o cuánto deberían gastar. La dermatóloga Andrea Navarrete, que tiene una consulta privada en Guayaquil, menciona que lo crucial es establecer una rutina que se adapte tanto al tipo de piel como al presupuesto, en lugar de seguir modas pasajeras.
Una rutina básica puede comenzar desde 15 dólares. «Con tres productos bien seleccionados es suficiente para iniciar. Lo esencial es limpiar, hidratar y aplicar protector solar diariamente. Nada da resultado si no se es constante», aclara Navarrete.
Un gel de limpieza o una leche limpiadora tiene un precio que varía entre $ 4 y $ 8 en farmacias o supermercados. Para la hidratación, es recomendable optar por una loción ligera si se tiene piel grasa, o una crema más espesa para la piel seca. Estas opciones suelen costar entre $ 6 y $ 10. En cuanto al protector solar, que es esencial, se pueden encontrar desde $ 5, aunque muchas alternativas más ligeras o con acabado mate superan los $ 12.
La piel no necesita todos los productos a la vez. A veces, menos es más y la rutina ideal es aquella que puedes mantener sin complicaciones.
Dra. Andrea Navarrete
A partir de ahí, quienes buscan solucionar problemas específicos como el acné, las manchas o la piel extremadamente seca, suelen añadir otros elementos. Esto incluye sueros con ingredientes como ácido hialurónico, vitamina C o niacinamida, que generalmente tienen un costo que oscila entre $ 10 y $ 20.
También existen exfoliantes químicos suaves que se aplican una vez a la semana, con precios que oscilan entre $ 12 y $ 18. Esta combinación eleva la rutina a un nivel intermedio, con un gasto mensual que varía de $ 35 a $ 60, dependiendo de la frecuencia de uso.
Rutinas avanzadas de cuidado de la piel: aquí los costos se incrementan
Las rutinas más complejas incluyen productos enfocados en tratamientos específicos. Los retinoides, despigmentantes, cremas para el contorno de ojos o mascarillas semanales pueden hacer que el gasto mensual sobrepase los $ 80. Algunos frascos pequeños, especialmente si son importados o de laboratorio, pueden costar más de $ 30 cada uno. “La piel no necesita todos los productos al mismo tiempo. A veces, menos es más y la rutina adecuada es aquella que puedes mantener sin complicarte”, señala la dermatóloga.
Tener más productos no implica obtener mejores resultados. Uno de los errores más frecuentes es replicar rutinas de otras personas o utilizar demasiados productos sin entender su función.
“Antes de decidir qué marca comprar, es esencial conocer tu tipo de piel. Eso determina todo lo demás”, afirma.
Las pieles grasas requieren fórmulas que regulen el sebo sin causar sequedad, incorporando ingredientes como la niacinamida.
Las pieles secas reaccionan mejor a texturas más ricas y nutritivas, que contengan elementos como glicerina, aceites o manteca de karité.
Las pieles mixtas pueden usar diferentes productos dependiendo de la zona del rostro.
Las pieles sensibles deben evitar fragancias o alcohol, eligiendo activos calmantes como la avena o la centella asiática.
La especialista enfatiza que añadir más pasos no garantiza mejores resultados. El error más común es imitar las rutinas de otros o usar muchos productos sin saber exactamente para qué son. Por eso, su consejo es comenzar con lo esencial, observar cómo reacciona la piel y luego realizar ajustes. Y lo único indiscutible, dice, es el uso diario de protector solar, incluso en días nublados o si se pasa tiempo en interiores. (I)
Con información de eluniverso.com
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