Los votantes de Miami acudirán nuevamente a las urnas el próximo 9 de diciembre para elegir al sucesor de Francis Suárez en la alcaldía, en una segunda vuelta que se anticipa reñida y decisiva para el rumbo del gobierno local.
La elección se produce tras un periodo administrativo marcado por controversias legales y cuestionamientos sobre la desconexión entre el Ayuntamiento y sus residentes. El nuevo liderazgo deberá enfrentar retos inmediatos como la crisis de asequibilidad de la vivienda, el manejo de las finanzas municipales y la restauración de la confianza ciudadana.
En la primera vuelta, celebrada el 4 de noviembre, la excomisionada de Miami-Dade, Eileen Higgins, obtuvo cerca del 36% de los votos, mientras que Emilio González, coronel retirado del Ejército y exadministrador de la ciudad, alcanzó aproximadamente el 19%. Ninguno logró superar el umbral del 50% más uno, lo que derivó en el balotaje.
La campaña hacia la segunda vuelta se ha desarrollado en un clima de tensión y acusaciones mutuas. Higgins propone reformas estructurales basadas en su experiencia como ingeniera y ejecutiva, con énfasis en transparencia, auditorías independientes y programas de vivienda asequible. González, por su parte, apela a su pasado militar y gerencial para prometer orden, disciplina fiscal y un modelo de ciudad orientado a la propiedad.
Ambos candidatos coinciden en la necesidad de auditar las finanzas municipales y reformar el sistema de permisos, aunque difieren en la intensidad de las medidas. Higgins plantea modernizar procesos y eliminar prácticas opacas, mientras González sugiere soluciones radicales, incluida la desregulación.
La seguridad pública también marca diferencias: Higgins defiende un enfoque integral que combine Policía, urbanismo y servicios sociales, mientras González sostiene que el problema no es el número de oficiales, sino el liderazgo y la estrategia de despliegue.
El resultado del 9 de diciembre no solo definirá al próximo alcalde de Miami, sino que validará uno de los dos modelos de gestión que hoy se disputan la confianza del electorado: uno progresista y urbanístico frente a otro conservador y jerárquico.
Con información de DLA

