La ciudad palestina de Belén, considerada por la tradición cristiana como el lugar de nacimiento de Jesús, celebró este diciembre sus primeras fiestas desde 2023. Durante dos años, las autoridades locales habían decidido suspender las celebraciones navideñas como gesto de duelo y solidaridad con las víctimas de la ofensiva israelí en Gaza, que dejó más de 70.000 muertos desde octubre de 2023.
Este año, sin embargo, la plaza del Ayuntamiento, junto a la Basílica de la Natividad, volvió a iluminarse. Bajo la lluvia, cristianos y musulmanes de Cisjordania e Israel se reunieron para presenciar el encendido del árbol y las luces, en un acto que comenzó con el himno nacional palestino y un minuto de silencio por las víctimas.
Una ciudad devastada por la falta de turismo
Belén vive casi exclusivamente del turismo religioso y las peregrinaciones. La guerra y la violencia en Medio Oriente dejaron la ciudad irreconocible: hoteles, restaurantes y tiendas cerraron sus puertas, y miles de familias quedaron sin ingresos. Jack Tabash, comerciante de artículos religiosos en la Plaza del Pesebre, relató que su tienda, abierta por más de medio siglo, permaneció cerrada durante dos años. “Cuando no hay turistas, mucha gente sufre. Si hay paz, es mejor para todos, para palestinos y para israelíes también”, dijo.
Esperanza compartida
La celebración fue también un espacio de convivencia. Aunque los cristianos son minoría en Cisjordania, sus tradiciones navideñas siguen siendo un símbolo cultural. En la plaza se mezclaron fieles de ambas religiones. Abir Steyn, una joven musulmana de 27 años, subrayó: “Todos somos hermanos y hermanas. Aunque la situación en Gaza sigue siendo difícil, necesitamos celebrar un poco y darnos esperanza”.
Frailes y religiosas presentes en Tierra Santa destacaron la importancia de la ceremonia como un recordatorio de que la Navidad celebra el nacimiento del “príncipe de la paz”. Para ellos, el encendido fue un mensaje al mundo: en Belén, además de guerra, también puede haber luz y unión.
Un gesto simbólico
La vuelta de las luces navideñas no significa que la crisis haya terminado. La plaza no estuvo abarrotada, en parte por las restricciones de movimiento impuestas por la ocupación israelí. Sin embargo, el acto fue un símbolo de resiliencia y un intento de recuperar cierta normalidad.
Belén, que durante siglos ha sido epicentro de peregrinaciones, espera que la tregua en Gaza y la reapertura de celebraciones traigan de nuevo visitantes. Por ahora, la luz navideña se convirtió en un rezo colectivo de esperanza para una ciudad que busca sobrevivir entre la memoria del dolor y el deseo de paz.
Con información de France24

