Leo Posada, un maestro de la pelota cubana para todos los tiempos

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(Miaminews24).-Leo Posada mira al chico y comentó entre paternal y serio: “yo no te voy a a obligar a que hagas los ejercicios, yo te voy a sugerir a que hagas estos ejercicios. Tú decidirás si son apropiados para ti, si te ayudan a convertirte en un mejor bateador’’.

A sus 84 años, Leopoldo Jesús Posada Hernández mantiene una vitalidad que ya muchos envidiarían. Su mente, sin embargo, es la que sigue asombrando a todos los que sostienen una mínima conversación con esta leyenda viva de la pelota cubana.

Hubo momentos en que la caja de bateo situada al lado de la vivienda era casi un punto obligado para muchos peloteros que aspiraron a llegar o se encontraban en Grandes Ligas.

“He tenido la suerte de tener muchos alumnos que han apreciado lo que hago aquí’’, comentó Posada. “Trato al bateo como un arte, trato de utilizar los movimientos naturales del ser humano para conectarle mejor a la bola. Mi método de trabajo lo he perfeccionado a través de décadas de experiencia’’.

Desde su sobrino Jorge Posada, quien fuese el receptor insigne de una tremenda dinastía de los Yankees, hasta el más joven José “Candelita’’ Iglesias, se cuentan en decenas quienes fueron  buscando el consejo del venerado maestro.

Nacido en El Vedado y criado en La Víbora, Posada es un sobreviviente de una época dorada de la pelota cubana, aquella invernal que era el orgullo del Caribe y el mundo.

Tuvo la suerte de jugar con el Habana y el Almendares, aunque antes de ser pelotero profesional integró varias escuadras nacionales de ciclismo a Juegos Centroamericanos y Panamericanos.

Tuvo, irónicamente, la cruel fortuna de jugar en el último encuentro profesional en la isla como parte de un Almendares que perdió 8-2 contra el campeón Cienfuegos gracias al gran pitcheo de Pedro Ramos.

“No lo digo yo, sino por muchos peloteros americanos que le costó trabajo brillar en La Habana, la pelota invernal cubana era tan fuerte como la de Grandes Ligas’’, apuntó Posada. “Lo dijo Tom Lasorda, Monte Irving y muchos más’’.

Cuando guardó la bicicleta, Posada firmó en 1956 un contrato con los Bravos de Milwaukee y luego pasó en 1957 en un Draft de Ligas Menores a los Atléticos de Kansas City, con los cuales debutaría en Grandes Ligas un 21 de septiembre de 1960.

Nueve años más tarde colgó los spikes como pelotero y comenzó su carrera de coach. Sin darse cuenta enseñaba a otros jugadores y lo que enseñó dió resultado.

“Llevo dentro del béisbol profesional más de 60 años’’, agregó Posada. “He tenido la suerte de ser manager en varios niveles de Ligas Menores, con los Astros, con los Yankees. He ayudado a todo aquel que he podido’’.

Y todavía sigue ayudando. Desde Weston llegan varios prospectos venezolanos, de Miami otros cubanos. Posada los observa y ejerce su magisterio calmado y seguro. Allí en la caja es feliz.

Compró su casa en Westchester, Miami, el 3 de diciembre de 1984 y en enero del 85 ya la caja de bateo estaba totalmente lista y funcionando. Su casa del trabajo al lado de la casa de la vida.

“Las puertas de mi casa siempre están abiertas para todo aquel que necesite ayuda’’, recalcó Posada. “Hago bien y no miro a quién. Esa es mi religión. Mi alegría es saber que estoy vivo, que tengo mi mente clara. El señor me ha dado más de lo que merezco’’.

 

 

 

 

 

Fuente:ENH