En el deslumbrante mundo de la moda de Nueva York, un encuentro casual en 1998 se convertiría en el inicio de una de las historias de amor más inesperadas y fascinantes. En medio de la efervescencia de la Semana de la Moda, el magnate Donald Trump, un conocido empresario, conoció a una joven modelo eslovena, Melania Knauss. Y, según sus propias palabras, fue amor a primera vista.
Aunque el flechazo fue mutuo, Melania demostró una cautela que intrigó a Donald. En lugar de darle su número, ella le pidió el de él, una movida audaz que lo hizo caer rendido. Donald, sin dudarlo, le entregó todos sus contactos, mostrando desde el primer instante que la conexión que sentía era real y profunda.

Después de unos días de espera, que sin duda aumentaron la expectación, Melania lo llamó. Su primera cita en el mismo club donde se conocieron selló su conexión. A pesar de una diferencia de 24 años y mundos aparentemente distintos, ambos supieron que habían encontrado algo especial. La química era innegable.
Su romance floreció con el tiempo. Donald, con la sinceridad de quien sabe lo que quiere, le abrió las puertas de su vida y sus proyectos. Y en 2004, en el marco de la prestigiosa Gala del MET, llegó el momento que sellaría su destino: Donald sorprendió a Melania con un deslumbrante anillo de diamantes de 1,5 millones de dólares. Un año después, en una ceremonia de ensueño el 22 de enero de 2005, se dieron el «sí, quiero», y desde entonces han escrito su propia historia de amor, que nació de un simple encuentro y se convirtió en un compromiso para toda la vida.
Información Clarin
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