Alguna vez conocida por su imponente arquitectura y su vibrante escena cultural, Chicago, la también “ciudad de los vientos”, se desangra bajo una ola de violencia que la consagra como la capital de los asesinatos. Los homicidios siguen siendo una cicatriz abierta en el alma de sus ciudadanos. Sus calles claman. Los debates políticos se mezclan en una serie de promesas de seguridad que chocan con la cruda realidad de cientos de cuerpos caídos.
Por: Vanessa Rodríguez / Miami News24
La etiqueta: «capital de los asesinatos» de Chicago se debe a su alto número de homicidios en comparación con otras ciudades estadounidenses. Aunque las estadísticas del primer semestre de 2025 muestran un descenso del 33% en los homicidios y del 38% en los tiroteos, la cifra de 278 asesinatos en los primeros seis meses del año sigue siendo preocupante. Esta cifra es notablemente superior a la de otras grandes ciudades como Nueva York y Los Ángeles.
Retos a la percepción

Durante mucho tiempo, la criminalidad en Chicago no ha sido un fenómeno aislado, sino el reflejo de una problemática social compleja. La falta de oportunidades, la pobreza y la constante presencia de pandillas, han contribuido a crear un entorno propenso para la violencia. Haciendo que la percepción de inseguridad se aún mayor a lo que indican las cifras oficiales.
“Ya no sé cuántos amigos he enterrado. Aquí vives mirando por encima del hombro”, confiesa Marisol Torres, madre de tres hijos en West Garfield Park. Su voz, cargada de angustia, refleja el sentir de comunidades donde la violencia es un vecino indeseado. Mientras que, Cedric Hawkins, residente de Pullman asegura que ha perdido nueve familiares por armas de fuego.
Un torbellino político
No obstante, mientras las calles se tiñen más de rojo, Chicago se ha convertido también un campo de batallas para los discursos políticos. El presidente Donald Trump se ha mantenido fuertemente crítico, enarbolando la situación como un ejemplo de fracaso de las políticas locales. “Pritzker necesita ayuda urgentemente, pero aún no lo sabe. Resolveré el problema rápido, como en Washington”, dijo el mandatario. Al tiempo que amenazaba con enviar la Guardia Nacional.
Por su parte, el alcalde Brandon Johnson, ha rechazado la intervención federal: “No permitiremos una fuerza militarizada en nuestras calles. Estamos reduciendo el crimen con inversión comunitaria, no con tanques”, dijo durante una de las marchas del Día del Trabajo. Sin embargo, ese mismo día Chicago tuvo 54 homicidios.
En tal sentido, el gobernador de Illinois, JB Pritzker, también atacó la postura de Trump expresando que “sus amenazas son un ataque a nuestra democracia” y lo responsabilizó por los recortes presupuestarios que superan los $155 millones en fondos federales para sus programas antiviolencia, decisión que, según el gobernador, “entorpece los esfuerzos locales”.
¿Rendición o más sangre?
A pesar de los avances, el estigma de “capital del asesinato” persigue a Chicago como una sombra implacable. El pastor Donovan Price, que acompaña a víctimas de la violencia, insiste que “la solución está en las comunidades, no en botas militares”.
El concejal Raymond López pide colaboración federal sin ocupación: “Queremos recursos, no tanques”. Mientras que, en las calles, donde los niños juegan con el eco de sirenas de fondo, Chicago anhela un futuro donde la paz no sea solo un sueño. La ciudad, herida pero resiliente, busca romper el ciclo de violencia con un corazón que aún late fuerte.
Obtén información al instante, Síguenos en Nuestras cuentas de Redes Sociales
Instagram: @miaminews24official
X: @miaminews24_
Facebook: Miaminews24.com