El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reúne este viernes con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en un encuentro marcado por la posible entrega de misiles de crucero Tomahawk a Ucrania. La opción, que Trump ha insinuado pero sobre la cual mantiene reservas, podría representar un giro en el respaldo militar de Washington a Kiev en su guerra contra Rusia.
Los Tomahawk forman parte del arsenal estadounidense desde los años 80. Aunque no son veloces por estándares actuales, vuelan a baja altitud —unos 100 pies del suelo— a 550 mph, lo que dificulta su detección. Tienen un alcance de 1.000 millas y una carga explosiva cercana a las 1.000 libras, ideales para atacar objetivos en profundidad dentro de territorio enemigo.
Estas características coinciden con la demanda de Zelenski por armas de largo alcance que permitan golpear infraestructura militar rusa más allá de Moscú. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Ucrania podría atacar al menos 1.655 objetivos estratégicos con estos misiles, incluidas 67 bases aéreas.
Trump entre la presión y la cautela
Trump ha afirmado que EE.UU. tiene “muchos Tomahawk”, pero también advirtió que “no podemos agotarlos para nuestro país”. En su llamada telefónica del jueves con Vladimir Putin —que calificó como “gran progreso”— el mandatario ruso expresó que el envío de misiles “no cambiaría la situación en el campo de batalla” pero sí “dañaría significativamente las relaciones” bilaterales.
La diplomacia ucraniana interpretó la llamada como una reacción directa al debate sobre los Tomahawk. “Incluso el debate obligó a Putin a retomar el diálogo con Estados Unidos”, afirmó el ministro de Exteriores Andriy Sybiga.
Obstáculos técnicos y dudas estratégicas
A pesar del interés ucraniano, varios funcionarios de defensa estadounidenses han expresado escepticismo sobre la viabilidad del envío. Los Tomahawk se lanzan principalmente desde buques o submarinos, y Ucrania no posee una flota capaz de operarlos. Aunque el Ejército estadounidense desarrolla una plataforma terrestre, aún no está lista ni para sus propias fuerzas.
Además, los inventarios han disminuido tras campañas militares recientes, como los ataques contra los hutíes en Yemen. En 2023, la Marina y el Cuerpo de Marines compraron solo 68 unidades, y en los años siguientes, las adquisiciones fueron mínimas.
Señal política y presión sobre Moscú
Más allá de lo técnico, el envío de Tomahawk sería una señal política contundente. Tras una reunión fallida en febrero entre Trump y Zelenski, este nuevo encuentro busca reposicionar el apoyo estadounidense. Trump ha endurecido su retórica contra Putin, afirmando que lo ha “decepcionado” y sugiriendo que la OTAN debería derribar cualquier avión ruso que viole su espacio aéreo.
La reunión también incluirá conversaciones sobre baterías antiaéreas Patriot y aviones F-16, según fuentes cercanas a la delegación ucraniana