El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la primera dama, Melania Trump, encabezaron este jueves una celebración de Halloween en el Jardín Sur de la Casa Blanca, donde recibieron a decenas de niños disfrazados, entre ellos hijos de militares, agentes del orden, familias adoptivas y de acogida. La pareja presidencial repartió barras de chocolate Hershey de tamaño normal, en medio de elaboradas decoraciones temáticas que incluyeron calabazas, telarañas y figuras animadas.
El evento, que se ha convertido en una tradición anual en la residencia presidencial, se realizó en un contexto de tensión política, ya que el gobierno federal permanece parcialmente cerrado por una parálisis presupuestaria. A pesar de ello, Trump y Melania optaron por mantener la celebración, proyectando una imagen de normalidad y cercanía con las familias.
Uno de los momentos más comentados fue la recreación de un gesto viral de 2019, cuando el presidente colocó una barra de chocolate sobre la cabeza de un niño disfrazado de Minion. Este año, un niño vestido como “mini-Trump” recibió el dulce directamente de manos del mandatario, quien bromeó con el pequeño y chocó los puños en señal de complicidad.
Melania Trump, vestida con un abrigo oscuro y botas altas, se mostró sonriente mientras saludaba a los asistentes y posaba para las cámaras. La primera dama ha sido tradicionalmente la encargada de coordinar la decoración de Halloween en la Casa Blanca, y este año no fue la excepción: el acceso principal fue adornado con motivos otoñales y luces tenues que ambientaban el recorrido de los invitados.
Entre los disfraces más llamativos se destacaron trajes de dinosaurios, soldados, calabazas y personajes de películas infantiles. La fila de niños y familias se extendía por todo el jardín, mientras los asistentes recibían dulces y se tomaban fotografías con los anfitriones.
La celebración fue cubierta por medios nacionales e internacionales, y se interpretó como un gesto simbólico en medio de la crisis política. “Es importante mantener las tradiciones, especialmente para los niños”, comentó un portavoz de la Casa Blanca.
La actividad concluyó al atardecer, con música ambiental y una despedida cordial por parte de la pareja presidencial. Aunque breve, el evento reafirmó el papel de la Casa Blanca como escenario de encuentros familiares y comunitarios, incluso en tiempos de incertidumbre.

