Trump busca vender los 700 millones de barriles de crudo de EE.UU

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(Miaminews24).- El tiempo estaba caluroso y húmedo el 21 de julio de 1977, el día en que el Gobierno estadounidense empezó a almacenar petróleo. Comenzó de a poco. Sólo 412.000 barriles de crudo ligero de Arabia Saudita se almacenaron en una caverna salina del sudeste de Texas. Tras el embargo petrolero árabe, que envió los precios a las nubes y obligó a los estadounidenses a racionar la gasolina, la creación de una reserva nacional parecía una manera obvia de proteger a los consumidores estadounidenses de los shocks mundiales de suministro.

«Es difícil de imaginar si uno no estuvo allí», dijo John Herrington, secretario de Energía del presidente Ronald Reagan, que insistió en expandir la reserva en los años 80. «Hacíamos cola en las gasolineras. Bajábamos el termostato”.

Cuarenta años más tarde, el mundo ha cambiado, y Washington no se pone de acuerdo en si la Reserva Estratégica de Petróleo ha dejado de tener utilidad. Estados Unidos está inundado de crudo, las importaciones están cayendo, pero la reserva sigue siendo la más grande del mundo. Llega a casi 700 millones de barriles de crudo, lo suficiente para compensar la producción estadounidense durante más de dos meses, y está almacenada en unas 60 cavernas de Texas y Luisiana.

A la luz de estos cambios, la postura de Herrington ha cambiado. «No veo la necesidad de tener una reserva de petróleo ahora», dijo.

Reducción de las reservas

El Gobierno no está para nada de acuerdo en esta materia. El Departamento de Energía este año puso en marcha una iniciativa plurianual de US$2.000 millones para mejorar la reserva y ampliar su capacidad para distribuir petróleo durante una emergencia. El presidente Donald Trump, en cambio, quiere vender parte de la reserva, plan que los legisladores por ahora han ignorado. Así que la reserva, y las cavernas de sal, siguen estando.

Las cavernas en sí son una maravilla. Pese a todas las disputas en Washington, el lugar está inquietantemente tranquilo. En Bryan Mound, unos 97 kilómetros (60 millas) al sur de Houston, la brisa salada del Golfo de México mece las plantas marinas que llegan a la altura de la rodilla.

Bryan Mound es el más grande de cuatro lugares de reserva que están sobre la costa de Texas y Luisiana, con capacidad para contener bajo tierra cerca de 247 millones de barriles de crudo.

Las cavernas son más rentables que los tanques de almacenamiento en superficie, que son más pequeños. Cuando se inyecta el petróleo en su interior, el agua salada se ve expulsada. Para vaciar el petróleo, los trabajadores simplemente vuelven a introducir agua salada.

Eso es lo que está sucediendo ahora. La reserva se está reduciendo.

En los últimos años, el Congreso ordenó al Departamento de Energía que vendiera 190 millones de barriles de petróleo para cubrir déficits de presupuesto del Gobierno, pero no ha autorizado al organismo a reemplazarlos. Eso significa que para 2025, la reserva será un 27 por ciento más pequeña. Esa caída de volumen podría justificar el cierre de algunas instalaciones de reserva, según Guy Caruso, ex jefe de la Administración de Información de Energía.

Los partidarios de mantener la reserva sostienen que EE.UU. no es inmune a la volatilidad de los precios, pese a que la producción nacional ha aumentado y las importaciones han bajado.

Christopher Smith, que dirigió la Oficina de Energía Fósil de Departamento de Energía durante la Administración del presidente Barack Obama, sostiene que la mera existencia de la reserva tiene un efecto tranquilizador en los mercados. Para las refinerías estadounidenses, dice este argumento, la reserva es una especie de póliza de seguro, que promete alivio si las cosas se ponen difíciles.

El problema de ese argumento es que EE.UU. nunca ha fijado una política clara respecto a cuándo liberar petróleo, dejando la decisión a discreción del presidente.

Con información de EFE.

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